lunes, junio 09, 2008

Memento Mori

Ayer fui al estadio. Al Estadio Centenario. El partido era entre Peñarol y River Plate.

¡Pero a no temer! No pensaba ponerme a escribir acá un concienzudo análisis del encuentro disputado.

Vamos, que tampoco me interesa.

-Y aunque quisieras, no sabrías cómo hacerlo.

Tenés toda la razón.

Pero, ya sea por la forma del estadio, aquella consigna Panem et circenses o el insistente grito de: “matalo! matalo!” que me dio la idea de estar en el Coliseo, donde el gladiador Juan Ramón se batía en plural duelo para mantener su honra, su soberbia y además ganar unos laureles de campeón.
Y hablando de laureles, ayer este hombre no se llevó la corona, pero seguro se fue con el Memento Mori en las orejas. (Y que bien le vendría a unos cuantos: "che! Frumento: Respice post te! Hominem te esse memento!")
Me dediqué a escuchar y observar el entorno. A mi derecha tenía un corro de muchachos provectos, de esos que hay en los boliches y discuten de política y fútbol pero emanando naftalina en los comentarios. Resucitan héroes del pasado e incitan a técnico y jugadores para que imiten la gallardía que éstos supieron ostentar en una cancha de fútbol.

Lo más divertido fue hacerlos enojar un poco. Por gusto les tiré un par de comentarios que irritan a estos señores, sobre todo porque provienen de una mujer.

Pero lo mejor, lo mejor de todo es que predije tres de los cinco goles.

Cuando este muchacho Alcoba se mandó un gol en contra y todos querían comerlo crudo o sólo matarlo, según declaraba el entorno, dije: “pobrecito: éste va a hacer un gol para redimirse”. Los comentarios de los vecinos no los voy a repetir, son de imaginarse, pero qué gran momento cuando este muchacho convierte el primer gol.

Je.

Luego la emprendieron con otros jugadores. Reclamaban el cambio de un tal Petete Correa. Y al ratito éste hace un gol.

Jeje.

-“Que ojo que tienen, eh!” Dije sin inmutarme, porque estos son caballeros incapaces de levantarle la voz a una dama.

El partido estaba 3 a 2 a favor de River, y a esa altura mis vecinos de tribuna recordaban ya no a romanos, sino a mayas. Pedían la sangre de los jugadores de Peñarol, como perdedores de aquel otro juego de pelota.

Empezado el segundo tiempo, se reclamaba por las cabezas (y las piernas) de Bueno y Pacheco. Sentencio: Primero Pacheco y después Bueno, los dos van a hacer goles.

-Que qué van a hacer, si son unos burros, no les dan las piernas... bla bla bla.

Jejeje

Bueno, sí, metieron los goles. Este corro de hombres misteriosamente se alejó del lugar, seguramente buscando el sector donde no hay brujas (que los hiciera quedar mal) mezcladas con el público.

Pero no todos los vecinos de tribuna son así de amargos, otros son sumamente dicharacheros. Esos que llegado el gol se abrazan con el que está más a mano, conocido o no, para festejar.

También me gustó el amplio vocabulario para reconvenir a los jugadores, técnicos y jueces. El mejor de la tarde fue un “mala persona” adjudicado al juez por no cobrar nosequé.

Después me pregunté por ese ritual futbolero, de dónde viene, a qué remite, cuál es el análisis de fondo para esta conducta humana, qué podemos aprender de todo esto ¿Qué nos dice la ciencia sobre fútbol y comportamiento humano?

Y estaba a punto de empezar a buscar respuestas, cuando vino mi amigo a convidarme con pó, acaramelado el pó.

2 comentarios:

Zeta dijo...

No se asombre por el olor a naftalina, Circe. Yo tengo amigos de Peñarol y generalmente las bufandas, gorritos, camisetas, guantes, etc. alusivos, despiden ese mismo olor.

Zeta dijo...
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