martes, mayo 06, 2008

cuchame, vieja!


Atendé!
Que tu celular tenga parlantecito no te habilita a que invadas sonoramente a los demás. No importa si tu música es la mejor de todas o es una bazofia. No me interesa oírla.

Para empezar suena como el reverendo con ese parlantecito de cuarta y para terminar -y así nos ahorramos todo lo del medio- es una falta de respeto que obligues a los demás a oír lo que no tienen ganas.

Hacé como los señores de boina, esos que alimentan las palomas de las plazas cuando hay sol, y ponete el celular pegado a la oreja, cual spika, si es que no te podés comprar auriculares.

Estás advertido.

….

Hoy puse en orden mi billetera. Encuentro por ahí mi tarjeta joven. Sí! Aún tengo tarjeta joven. Sólo por unos meses más, claro.

Esto me trajo a la memoria cuando la saqué. La tarjeta joven apareció cuando yo tenía 14 años, en 1993.

Recuerdo pensar: “te la dan hasta los 29? Pero si a los 29 ya no sos joven!” ahhh si me topara conmigo misma, tendría un par de cosas para decirle a la borrega esa.

Cómo cambia la perspectiva, con el paso de los años.
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