domingo, febrero 17, 2008

Tejedora




La abuela Lidia me decía “no seas macaca” cada vez que no quería tomar la minestra.

Nació en Calabria. Y por suerte nació primera. Su hermana melliza se llamó Secundina por ese hecho fortuito. Quiso el destino que años después se casara con un italiano llamado Primitivo.

Mi abuela se casó con Manuel. Que fue Manuel poco tempo, porque después pasó a ser Don Manolo.

Manolo nació en Uruguay, pero sus padres, Domingo y Lola, se vinieron desde Vigo.

Lidia y Manolo tuvieron tres hijas y un hijo. Este hijo tuvo una hija, que vengo a ser yo.

Y yo era la séptima nieta, pero eso no importaba, no estaba aburrida de ser abuela, todo lo contrario.

Por 1984 ya se había completado la oncena y decidió tejerle a cada nieto una manta. En eso estaba cuando tomaron la foto. Yo, de blancas medias sentada a sus pies, jugaba que tejía.

Yo le pedía que me enseñara pero se murió antes que pudiera hacerlo, el diez de abril del 86 . Igual aprendí, me enseñó mi tía.

Lo que sí aprendí de la abuela fue a tejer por cariño: cada gorro o bufanda que tejí para alguien, fue con esa impronta. (aparte, creo que abrigan más)


24 años después, las once mantas existen, como el recuerdo de la abuela Lidia.