sábado, octubre 18, 2008

Sólo para Locos.

Leía El Lobo Estepario.

En el 2006 me compré el libro, y lo perdí en el 2007.

Este año me lo compré de nuevo. Lo estaba leyendo pero mi hermano ha desarrollado una costumbre canallesca. Se lleva los libros sin pedirlos, incluso si aún no los terminaste y los estás leyendo. (porque pueden estar sin terminar, pero abandonados. Igual, no justifica)

Recuperarlo no es fácil, vive a de 270 kilómetros. En dirección opuesta a mis propios 290 kilómetros.

Creo que las dos veces quedé por el mismo lugar.

Igual, no estoy concentrada para leer. Cada tanto me pasa. Paso las hojas y no las leo, vuelvo atrás y no las vuelvo a leer.

Así que miro. Miro por la ventana y cómo está creciendo ese sauce y qué verde que es. Los yuyos también están creciendo. Como nunca voy para ahí los voy a dejar. Es más fácil cuidar yuyos que las plantas.

Por qué será? Ojalá mis hierbas aromáticas crecieran tan bien como los yuyos de afuera.

Igual, hay algunos muy bonitos. Y hay que ver cómo le gusta a Vincent. Se cree pantera. La única diferencia es que caza lauchas.

Pero las trae vivas. Ya le expliqué que yo no le exijo una cuota de ratones por mes. Que lo tengo porque quiero y no para que cace ratones. Menos si los va a entrar vivos y luego olvidarlos por ahí, para que yo me los encuentre, acurrucaditos y muertos de miedo atrás de un cajón.

Me dan ternura las lauchitas, pero en casa no pueden vivir. A una la tuve que ahogar. Fue terrible. Después recordé que era lo que hice en un sueño con ratas (que está en el otro blog, pero me da pereza linkear) Terrible.

Después ese espectáculo del gato jugando con el pobre minerito, me pasé cantando tangos todo el día.

Es un gato, es su naturaleza, hace bien. Persigue a todos los bichos que se meten por la puerta. Esto de vivir en zona suburbana tiene eso que se te mete hasta un ciempiés. No es feo bicho.

Fea era la araña del otro día. Una araña lobo que mama mía.

Estaba yo en una de mis contemplaciones por la ventana y por algo miro a la opuesta, que siempre tiene cortinas. Y veo patas.

Curiosamente, mi primera idea fue un cangrejo.

No sé en qué estaría pensando o dónde estaba yo para semejante asociación. Pero no cabían dudas de que eran patas.

Así la vi. Y como los de la National Geographic no estaban cerca, yo la hice tapa de revistas.



Era grande, pobre. Y peor para ella. El problema es que algo así de grande no me animo a pisar, porque siempre me da la impresión que se me va a subir al pie. Así que recurrí al Júpiter.

No al dios griego, un rayo era mucho para esa pobre araña. A una especie de veneno ultra tóxico que mata todos los bichos y conmigo todavía no pudo, porque estoy grande.

Pero la araña también, así que no se murió pronto. Le saqué algunas fotos, como será la cosa que el flash hizo reflejo en uno de sus ocho ojitos. Después les muestro esa.

Entonces agarré un latón y se lo tiré encima. El Latón boca arriba, cosa que la aplastara. Y me fui a trabajar, cuando vine estaba muerta.

No sé si por el veneno o por el latón. Pero así es mejor.

Ya sé que la pobre bicha no hace nada y que ataca solo si la molestan. Pero no había derecho a presentarse así, de esa forma tan inquietante.

Igual, prefiero eso. Cuando la miraba no dejaba de pensar... mirá si estiro la mano para agarrar algo y sin querer la toco.

Ah, horror indescriptible.

Pero será la primavera, no sé, pero hay bichos por todos lados. Ayer, en un arbustito frente a mi trabajo, vino a hacer un descanso un enjambre de abejas. Pobres.

EN la tarde vinieron unos apicultores y se las llevaron.

Me dio mucha lástima hoy, porque las exploradoras volvieron y su enjambre no estaba. Seguramente murieron al caer el sol. Qué feo es ser dejado atrás.



Escribo esto con Vincent entre los brazos. Se acomoda ahí cuando estoy escribiendo en lo computadora. Ya tengo bastante práctica. Ayer, en realidad, pude escribir en paz, porque se acomodó en el cajón de la leña fina, le puse un par de almohadones y parece que le gustó.



Se quedó ahí toda la noche. Hoy, que la estufa está apagada, prefirió los brazos.


Como cazar lauchitas, los lugares cálidos son su naturaleza. Ahí lo tienen, como gato entre la leña.


(También merecería ser tapa de revista)