miércoles, abril 14, 2010

aplastamiendo de una gota


A las cuatro y media de la mañana llueve con pereza y está tan dormida Montevideo que se escucha correr el agua entre los adoquines y algún grillo entre trasnochado o madrugador.

El árbol frente a mi balcón está de gala, merced del Otoño y los pequeños brillantes que le regaló la lluvia.

La luz del foco de la vereda es la que ilumina el paisaje y precisamente, por el foco es que veo la lluvia y unas polillas o mosquitos o algún insecto que vuela en torno al resplandor naranja esquivando las gotas.

Es fácil no mojarse cuando uno es tan chiquito… pero una gota, sólo una gota entre las alas y adiós.