domingo, junio 29, 2008

La sal de la vida

Hoy vi “la sal de la vida”

Maravilla.



Lo que dicen es más o menos esto:

El abuelo decía que la palabra “Gastrónomo”
esconde dentro a la palabra “Astrónomo”.

Tanto es así, que mis lecciones de astronomía
involucraban el uso de especias.

Yo hablo, tu saborea
y piensa, ¿OK?

Aquí vamos…
La pimienta, calienta y se quema..

El sol…

- ¿Qué ve el sol?
- Todo

¡Exacto! Por eso la pimienta
va bien con todas las comidas.

Después tenemos a Mercurio,
también está caliente…

y después Venus.

Canela…

Venus fue la más
hermosa de todas las mujeres

Por eso la canela es dulce y amarga,
igual que todas las mujeres.

Después tenemos a la Tierra.
¿Qué tenemos en la tierra?

Vida…

Exacto, hay vida en la tierra.

Y ¿Qué necesitamos para
mantenernos vivos?

Comida…

- Y ¿qué hace más sabrosa la comida?
- La sal…

Nuestras vidas también necesitan sal.

Tanto la comida como la vida
necesitan sal para ser más sabrosas.

Maravilloso. Decir algo más sería arruinarlo. En todo caso en los comentarios, si logro articular algo inteligente.

martes, junio 17, 2008

Herencia Bendita.


Ayer pasé por los fondos de una escuela, casi terminaba el recreo, sonaba una campana y unas maestras trataban de arrear a las blancas palomitas sudadas para que ingresaran otra vez en el recinto escolar. Se resistían, no hay no que explicarlo.

Me maravilló ver que el recreo es un patio donde se detiene el tiempo. Sólo si notamos a esos nenes que mandan mensajes por celular acusaríamos el verdadero año, por lo demás, esos niños podían ser los de 20 años atrás.

Todavía se escuchaban los últimos gritos de los varones que jugaban al fútbol con una pelota hecha de papel. Las nenas jugaban a la rayuela y otros más allá, con las rodillas bastante mugrientas (pero menos mal que existe nevex y una campaña para dejar que los niños se ensucien en paz) ensayaban con las bolitas (y acá tengo que recomendar este ensayo de Dolina sobre el tema). De todas formas, lo que me hizo detener el paso y agradecer no llevar auriculares, fue un canto bien escolar, el conocido:

“opa, opa, Fernanda quiere sopa y Santiago se la da, con un beso en la boca”

Claro, hoy en día se escucha más una Jennifer y un Nahuel, Era una costumbre bastante tonta, se sabe. Y precisamente por eso me pareció curioso que todavía hoy, en pleno siglo veintiuno, se escuche una vez más en el recreo.

Supongo que nunca dejó de escucharse y precisamente eso hace que se perpetúe.

Pero me parece que estoy equivocada. Los tiempos han cambiado, y si para peor o para mejor no lo discuto yo sino los de siempre. Pero sí, cambiaron.

Me gustó pensar por un rato que no, que los recreos son lo que eran. Lo que eran para mí.

No sé si es el sol que entra por la ventana ahora, las mandarinas con ese sabor que también es una máquina del tiempo, las ganas de pasar la tarde jugando a la rayuela, al elástico, saltando a la cuerda o sólo leyendo.

Seguro que ahora los varones me dejarían jugar a la bolita. ¿Los tiempos habrán cambiado tanto? De todas formas creo que hacen bien en no dejarme, porque les ganaría. Flor de puntería tengo. Hasta tengo una bolita favorita, una lecherita.

Ayyy!!, por qué cuando me peina tiene que tirarme tanto del pelo??

-Mamá, dejame ir con le pelo suelto.

-Para que te llenes de piojos?

-No! Para hacer mejor el papel de Diana

-Diana Cazadora?

- noooooo!!! Diana, la mala de V, invasión extraterrestre!
- Pero no eras la buena?

- Es aburrido ser la buena.

- Dale que llegás tarde. Tomá! Comprate algo de merienda para el recreo.

lunes, junio 09, 2008

Memento Mori

Ayer fui al estadio. Al Estadio Centenario. El partido era entre Peñarol y River Plate.

¡Pero a no temer! No pensaba ponerme a escribir acá un concienzudo análisis del encuentro disputado.

Vamos, que tampoco me interesa.

-Y aunque quisieras, no sabrías cómo hacerlo.

Tenés toda la razón.

Pero, ya sea por la forma del estadio, aquella consigna Panem et circenses o el insistente grito de: “matalo! matalo!” que me dio la idea de estar en el Coliseo, donde el gladiador Juan Ramón se batía en plural duelo para mantener su honra, su soberbia y además ganar unos laureles de campeón.
Y hablando de laureles, ayer este hombre no se llevó la corona, pero seguro se fue con el Memento Mori en las orejas. (Y que bien le vendría a unos cuantos: "che! Frumento: Respice post te! Hominem te esse memento!")
Me dediqué a escuchar y observar el entorno. A mi derecha tenía un corro de muchachos provectos, de esos que hay en los boliches y discuten de política y fútbol pero emanando naftalina en los comentarios. Resucitan héroes del pasado e incitan a técnico y jugadores para que imiten la gallardía que éstos supieron ostentar en una cancha de fútbol.

Lo más divertido fue hacerlos enojar un poco. Por gusto les tiré un par de comentarios que irritan a estos señores, sobre todo porque provienen de una mujer.

Pero lo mejor, lo mejor de todo es que predije tres de los cinco goles.

Cuando este muchacho Alcoba se mandó un gol en contra y todos querían comerlo crudo o sólo matarlo, según declaraba el entorno, dije: “pobrecito: éste va a hacer un gol para redimirse”. Los comentarios de los vecinos no los voy a repetir, son de imaginarse, pero qué gran momento cuando este muchacho convierte el primer gol.

Je.

Luego la emprendieron con otros jugadores. Reclamaban el cambio de un tal Petete Correa. Y al ratito éste hace un gol.

Jeje.

-“Que ojo que tienen, eh!” Dije sin inmutarme, porque estos son caballeros incapaces de levantarle la voz a una dama.

El partido estaba 3 a 2 a favor de River, y a esa altura mis vecinos de tribuna recordaban ya no a romanos, sino a mayas. Pedían la sangre de los jugadores de Peñarol, como perdedores de aquel otro juego de pelota.

Empezado el segundo tiempo, se reclamaba por las cabezas (y las piernas) de Bueno y Pacheco. Sentencio: Primero Pacheco y después Bueno, los dos van a hacer goles.

-Que qué van a hacer, si son unos burros, no les dan las piernas... bla bla bla.

Jejeje

Bueno, sí, metieron los goles. Este corro de hombres misteriosamente se alejó del lugar, seguramente buscando el sector donde no hay brujas (que los hiciera quedar mal) mezcladas con el público.

Pero no todos los vecinos de tribuna son así de amargos, otros son sumamente dicharacheros. Esos que llegado el gol se abrazan con el que está más a mano, conocido o no, para festejar.

También me gustó el amplio vocabulario para reconvenir a los jugadores, técnicos y jueces. El mejor de la tarde fue un “mala persona” adjudicado al juez por no cobrar nosequé.

Después me pregunté por ese ritual futbolero, de dónde viene, a qué remite, cuál es el análisis de fondo para esta conducta humana, qué podemos aprender de todo esto ¿Qué nos dice la ciencia sobre fútbol y comportamiento humano?

Y estaba a punto de empezar a buscar respuestas, cuando vino mi amigo a convidarme con pó, acaramelado el pó.