domingo, julio 20, 2008

tanta isla...




Me recuerdo esto porque cada día tengo q más asco de nuestras amistades condicionadas. No creo que muchas resistieran una semana de convivencia física, de llegar trapos mojados, de enjugar vómitos.

Alguien me dice: “me resulta inaceptables las amistades intelectuales”. Se muy buen lo que busca expresar. Quiere amigos, no colegas. Porque aún así, qué distancia a la amistad. En Buenos Aires yo no podría, (porque sé que no debo) llegar de sopetón a la casa de mi mejor amigo; hay que telefonear primero, ceremoniosamente. Además no se debe buscar dos días seguidos al mismo amigo- por eso tenemos tres o cuatro para y los turnamos, y nos turnamos-; probablemente la segunda visita sería aburrida. Cambiando apenas un dicho italiano: L'amico é come il pesce: dopo tre giorni, puzza. La segunda visita es aburrida porque la primera sirvió y sobró para la ejecución de la función amistosa: viz, para intercambiar todas las informaciones u pareceres canjeables, agotar juntos un espectáculo o una música, y gozar de cariño viéndose. Como baterías descargadas hay que esperar cuatro o cinco días a que la tensión retorne. “¡Pero qué ganas de verte!” Aquí llamamos discreción al montaje habilidoso de la indiferencia. Me asombra advertir que mi mejor amigo me quiere en el fondo sin saber por qué, por lo irracional del cariño, y por los fragmentos personales que le confío. Lo peor es que evitamos con elegancia, deportivamente y con gran belleza, esas mostraciones de piel viva que cabe englobar en la atroz palabra confidencias. Pensar que ciertas cosas capitales en la vida de mi mejor amigo, las sé por terceros. Y aquí se roza el terreno de la especialización: no es raro que a otro (nada íntimo, por lo regular) le contemos sin temor lo que al amigo se calla. Hay un estante para sombreros y otro para calzoncillos.

No creo en los que se tutean a los diez minutos y se tupac-amarutean una mujer a las dos horas. No creo en las confidencias, en la sexualidad verbal entre copas. Tuve pruebas que vale menos que nuestra hidalga técnica del compartimiento estanco.
Sólo duele verificar, en plena compañía, tanta isla insalvable.

texto: cortázar/diario de andrés fava
Imagen: fotonovela encontrada en un quiosco perdido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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