martes, marzo 25, 2008

Lunes

No empezó bien, y no se puede esperar nada más de un lunes.

El reencuentro con compañeros (compañeros?) de trabajo (uno), que más valdría no verlos por una laaaaarga temporada.

Me convocaron para dar clases en un nuevo lugar. Justo la noche anterior un amigo me dijo que no tenía que trabajar tanto. Pero igual dije que sí, me gusta enseñar. Pero creo que me estoy volviendo adicta al trabajo. Bah, adicta a los proyectos nuevos, porque al rato me aburro. Lo bueno de dar clases es que es por algunos meses, nomás. Mi aburrimiento puede tolerar eso perfectamente.

Reunión de trabajo (tres) extraordinariamente positiva y productiva. Todos llegamos en la hora y el día correcto, nos pusimos de acuerdo pronto y en una hora tocamos todos los temas y quedó casi todo listo para arrancar el lunes próximo. Maravilla!

Bajo a la calle a esperar que me pasen a buscar, un muchacho de no más de 18 años, pasa y me mira, sigue, para, vuelve y me dice: “disculpe, pero tengo que decirle que es ud. muy hermosa” (sic) sí, me dijo de usted, eso también me hizo sonreír y contestarle “y vos sos muy amable”. Supongo que detectó incredulidad en mi voz y replicó: “se lo digo de verdad, es muy hermosa”. Le dije gracias y siguió su camino el buen samaritano de los piropos.

Al fin, me van a buscar, paso por Tres Cruces, levanto el pasaje sin problemas, me hacen un descuento… Epa… este lunes repuntó.

Llego a casa. Mi madre me espera con varias malas noticias: La muerte del hijo adolescente de una prima de mi madre y mi tía con serios problemas de salud.

No puedo sacarme esta familia de la mente. Me emocionaron mis padres, que se quedaron hasta tarde y me llevaron a la Terminal, cuando de ordinario se acuestan y yo me voy en taxi.

Y nada, yo no sé si puedo escribir sobre tanto dolor.

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